1 ¿Cómo abordar el estudio de lo audiovisual?

Al abordar el principal elemento de la comunicación audiovisual, el lenguaje audiovisual, primero es necesario plantear la necesidad de establecer un marco teórico, o por el contrario ir directo al análisis práctico de casos concretos, sin embargo, ambos pasos son inevitables.

El establecer un marco teórico, al menos referencial, nos ayuda a tomar conciencia del grado de plenitud en el que se llevan a cabo los aspectos del lenguaje audiovisual y que nos conducen a un procedimiento interdisciplinar en el momento de abordar este campo de la cultura.

También es necesario complementarlo con el análisis práctico de casos concretos, porque el proceso de percepción solo se adquiere por aprendizaje.

Un tercer aspecto a contemplar es la producción de materiales que permitan adquirir las destrezas y el conocimiento de la importancia de la creatividad y el sesgo que, en esa fase de la producción, tienen para la compresión posterior de los mensajes.

Por último, pero no menos importante, debemos tomar en cuenta el conocimiento de las formas de escritura de los productos comunicacionales que se emplean tanto en el entretenimiento, la educación, la publicidad y la propaganda.

Por ello, en el proceso de la educación audiovisual es conveniente abordar, en primer término, una fase teórica que contemple ejemplos de mensajes audiovisuales actuales y cercanos que nos lleven a dejar de ser simples receptores y nos ayuden a adquirir y mantener una actitud crítica ante la gran cantidad de mensajes de este tipo en el que hoy nos vemos inmersos.

Una persona alfabetizada audiovisualmente cuenta con los elementos para ser un actor participativo. Asimismo, puede interpretar los mensajes audiovisuales y enfrentarlos críticamente, lo que implica una aportación en el hecho comunicativo. Al tener la posibilidad de construir sus propios mensajes audiovisuales le convierten en una persona interactiva con su entorno, y, por lo tanto, creativa y no alienada.

1.1 Una nueva forma de conocer
El desarrollo tecnológico y las invenciones que han permitido la captación, el registro y la reproducción de mensajes audiovisuales fueron concebidos originalmente como extensiones del cuerpo humano, prolongaciones de facultades físicas o psíquicas; la cámara, como extensión del ojo –de hecho el procedimiento de selección de color rgb es idéntico al funcionamiento del ojo humano– el micrófono, como extensión del oído, las bocinas extienden la boca, y los soportes de almacenamiento intentan recrear las cualidades del cerebro.

McLuhan (1969:26-41) observó que: “Cualquier prolongación o extensión, ya sea de la piel de la mano o del pie, afecta a todo el complejo, psíquico y social”, exigiendo nuevos equilibrios entre los demás órganos o prolongaciones, e indica que “los medios de comunicación, cambiando el entorno, hacen surgir en nosotros relaciones únicas de percepción sensorial. La extensión de un sentido cualquiera transforma nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando cambian estas relaciones cambia el hombre”.

Es decir, la aparición y el uso de nuevas tecnologías comunicacionales producen alteraciones en las formas de pensamiento y de expresión, en los procesos y actitudes mentales, en las pautas de percepción, en la proporción de los sentidos.

A la lógica de los principios y la racionalidad le sucede la de la intuición y la pragmática. Leer un texto escrito y contemplar una fotografía o una estatua son dos operaciones distintas desde el punto de vista del progreso mental, dos operaciones que ponen en juego áreas distintas del cerebro. Para leer un texto escrito hace falta situarse por encima de él. La lectura se desarrolla en el tiempo. Es una operación analítica, doblemente abstracta: primero hay que hacer un análisis gramatical y luego un análisis lógico. El hombre que lee es un ser deductivo, racional, analítico, riguroso, preciso.

Por el contrario, contemplar una imagen o escuchar una melodía sólo puede hacerse sumergiéndose en ella. Es una operación sintética, que se realiza primariamente de una manera global. La abundancia actual de imágenes y sonidos en los distintos medios audiovisuales está dando lugar al desarrollo de un nuevo tipo de inteligencia. El nuevo hombre, con dominio del hemisferio derecho, comprende sobre todo de un modo sensitivo, dejando que vibren todos sus sentidos. Conoce a través de sensaciones. Reacciona ante los estímulos de los sentidos, no ante las argumentaciones de la razón. Giovanni Sartori (1998) se refiere a él como el homo viden, al tiempo que Simone (2001:78) lo sitúa en la sociedad de la tercera fase donde han cambiado todos los parámetros vigentes en la sociedad tradicional para la creación y difusión de nuevos conocimientos; ahí donde el hombre se enfrenta a un volumen infinitamente mayor de información y a la reducción inversamente proporcional de capacidad de abstracción, lo que lo ha llevado a perder su inteligencia secuencial[1] para adquirir una inteligencia simultanea.[2]

Así pues, conviven hoy el adulto crecido en la antigua cultura, con predominio del uso del hemisferio izquierdo del cerebro, sólo comprende abstrayendo, y el joven, con predominio del hemisferio derecho, que sólo comprende sintiendo.

Este fenómeno es observable en tipo de publicidad y propaganda modernas. Antes, el comerciante y el político intentaban convencer racionalmente cara a cara. Hoy, apenas si se preocupan por dar a conocer las cualidades objetivas de los productos y proyectos sumergiendo a “la masa” en un clima eminentemente sensorial, en el que lo que cuenta son las sensaciones visuales, las sensaciones sonoras y sensaciones táctiles.
Este “nuevo” lenguaje audiovisual es una forma de expresión que integra a los lenguajes verbal (escrito y hablado), auditivo y visual, aunque su forma de expresión está condicionada por la especificidad tecnológica de cada uno de los medios, que lo hace diferenciarse tanto en su escritura como en su recepción.
Veamos entonces cual es la importancia de su estudio y aplicación en la vida diaria.

1.2 Un nuevo lenguaje
Para este tema sigamos a Joan Ferrés i Pratts, cuando comenta: “Lo audiovisual no es una cuestión de medios sino de lenguaje. Podría decirse que es una cuestión de hemisferios. No se trata de usar medios audiovisuales, sino de expresarse audiovisualmente, de dar prioridad al hemisferio que ha adquirido más relevancia en la era de la imagen.
[3] Los medios tienden a potenciar y vehicular una forma de expresión específica. Pero el lenguaje no puede reducirse a los medios.”
“Refiriéndose a la identidad del lenguaje audiovisual, el realizador ruso Sergei M. Eisentein decía que el cine opera de la imagen a la emoción y de la emoción a la idea. Inspirándose en esa idea, el realizador de la televisión francesa Claude Santelli decía que “el lenguaje audiovisual es aquel que comunica las ideas a través de las emociones
.”
[4] Expresarse audiovisualmente significaría, pues, comunicar las intenciones en el acto mismo de suscitar emociones. Es una forma de expresión que moviliza la sensibilidad, la intuición, las emociones. Es así como funciona la expresión audiovisual.”

Por su parte, Babin y Kouloumdjian definen el lenguaje audiovisual mediante siete rasgos principales, para ellod el lenguaje audiovisual es:

1. Mezcla. En la mesa de mezclas se conjugan y establece el orden del sonido-palabra-imagen, con la intención de crear en el receptor una experiencia unificada.

2. Lenguaje popular. Simple y llano, ni discurso, ni conferencia, ni lenguaje literario e intelectualizado.

3. Dramatización. Crear la acción, es suscitar relieve y establecer tensión.

4. Relación óptima entre fondo y figura. Establecer las relaciones entre todos los elementos: correspondencias y distancias que crean el relieve.

5. Presencia. Se ve y se escucha con todo el cuerpo.

6. Composición por segmentos. Presentar los aspectos que destacan, aparentemente sin orden, sobre un fondo común.

7. Encadenamiento de mosaico. No lineal, deductivo o casual. Los elementos de un mosaico parecen inconexos si se aíslan unos fragmentos; sólo tiene sentido si se contempla el conjunto, la coherencia interna global.
[5]

Babin y Kouloumdjian dan una propuesta al reto que los medios masivos lanzan a la sociedad. Es una respuesta unificadora, integradora. Un intento de superar el absurdo. Aseguran que tanto en la escuela como en los medios masivos funcionan en mono, es decir, utilizan sólo uno de los hemisferios del cerebro, aunque utilizando canales distintos.

En cambio, “el funcionamiento en estéreo utiliza ambos hemisferios, respeta en parte lo que se ha dicho sobre las relaciones entre hemisferio derecho e izquierdo: cada uno tiene su especificidad, su punto de vista, su singularidad, pero entre uno y otro hay tendido un puente. Y las informaciones recibidas en la derecha, según el sistema del hemisferio derecho, pasan a la izquierda. De este modo existe distinción, pero también influencia recíproca. En ocasiones será el registro artístico, global, intuitivo, gustativo, el que domine. En otros, el registro analítico, riguroso, secuencia, abstracto. Del uno al otro hay un puente, pero respetando los puntos de vista y las dominancias.”[6]

Cuadro 1. Características de los hemisferios del cerebro
Diseño: Boden. M. (1994) La mente creativa. Barcelona: Gedisa

¿Cómo se tiende este puente? Es preciso introducir aquí dos conceptos clave en la utilización didáctica de los medios audiovisuales: la comunicación y la gimnasia cerebral.
Una educación en estéreo utilizará la comunicación, el diálogo y la confrontación para facilitar el pase de las emociones al hemisferio de la reflexión y la racionalidad. De mono al estéreo. Del hombre fragmentado al hombre integral.

P. Babin cuenta la siguiente historia:
En el principio estaban Gutenberg y los mass media. Luego se levantaron los hombres. Les dolía la cabeza, pero sus ojos brillaban de envidia. Entonces nacieron los group media.” Y continua, “tenían dolor de cabeza por exceso de intelectualismo –la civilización de lo escrito– y por despersonalización –la civilización de los mass media. Envidiosos por el deseo imposible de utilizar el nuevo lenguaje de los medios de comunicación.”
[7]

Lo audiovisual nace con vocación de servir a una educación en estéreo. Asume lo mejor de los medios de masas –una forma específica de expresión que conecta con la sensibilidad del hombre de hoy– y de la cultura del libro –el carácter personalizador, conseguido ahora mediante la comunicación. Y hace frente a los excesos de cada uno de ellos.

Este planteamiento pedagógico asume al alumno en su especificidad y en su integridad, asume también las posibilidades expresivas de los medios audiovisuales y facilita la unificación del entorno cultural. En definitiva, así concebido, el producto didáctico audiovisual facilita la coherencia entre la sensibilidad del alumno, la especificidad del medio y la evolución del sistema social.

La educación en estéreo convierte a la escuela no en un centro de enseñanza, sino de aprendizaje. Un centro preocupado no por la simple transmisión de conocimientos, sino por el enriquecimiento en experiencias de todo tipo: conocimientos, sensaciones, emociones, actitudes, intuiciones... Es la oportunidad de que el alumno elabore un proyecto propio de personalidad mediante la integración de todas sus facultades físicas y psíquicas y mediante la interrelación constante con el grupo, con la clase, con la escuela, con la sociedad en general.

El empleo irracional de la televisión, nos lleva a pensar que, si bien incrementa la presión de la información y reduce las posibilidades de intercambio de los espectadores, al usarla masivamente, favorece así la manipulación de las conciencias.
El hecho de que ahora los softwares
[8] computacionales de video hayan hecho técnicamente posible la edición, producción y difusión de programas domésticos, nos pone en una situación única. Es como si hubiéramos aprendido de golpe a “leer” y a “escribir” imágenes y sonidos y nos pusiéramos a crear nuestros propios mensajes audiovisuales para decir aquello que más nos interesa.

Sin embargo, Aparici y García-Matilla, advierten: “Si consideramos como analfabeto funcional a aquel individuo que por diferentes causas descodifica unos signos sin poder reflexionar sobre ellos, sin poder entender la relación entre su significado y su significante, sería oportuno investigar de qué manera se da esa situación ante un producto audiovisual”.[9]

Hasta ahora casi analfabetos audiovisuales, las modernas tecnologías digitales personales nos ponen ante esta disyuntiva, y, por lo general, reproducimos lo mismo que hemos visto y escuchado en otros medios antecesores sin tener la competencia de un lenguaje audiovisual.

Al estudiarlo podemos observar que el lenguaje audiovisual es un lenguaje vivo que se amplía y enriquece día a día con nuevas aportaciones. La única condición es la adecuación al significado informativo y expresivo de la situación representada, significado que naturalmente ha de ser decodificado por el espectador. Se sobreentiende que el resultado obtenido por las cámaras y micrófonos no es, en absoluto, una copia fiel de la realidad y que se requiere la interpretación de sus convenciones para decodificar dicho mensaje. Las convenciones del relato audiovisual se basan en la analogía, la homología y la connaturalidad, es decir, la similitud, correlación y la semejanza con lo representado. Son estas características que nos hacen comprender el relato como si formásemos parte del mismo.

La connaturalidad, que facilita la interpretación inmediata sin convención explícita, se apoya en la utilización de recursos que el público conoce en otros contextos. De este modo, el espectador integra inmediatamente dichos elementos del lenguaje que interpreta y experimenta como naturales. Pero no todos los sonidos e imágenes tienen tal virtud, cuando esto sucede, el espectador percibe y es conciente de la mediación técnica y humana, y deja de apropiarse del relato porque la composición audiovisual dejó de tener significado, no siguió las reglas del lenguaje, ni tampoco tiene ningún sentido, o sea, rompió su continuidad.

Es importante aquí hacer una breve referencia al sonido, tema que retomaremos posteriormente dedicando un espacio para ello, siendo conscientes de su importancia, pues, por ejemplo, la palabra hablada cubre campos de informaciones que no aparecen en la imagen visual. A nuestro alrededor casi siempre tenemos algún tipo de ruido; por esta razón, existe una relación permanente entre la palabra y la imagen. El receptor no separa las sensaciones auditivas y las visuales, sino que las unifica; de ahí la eficacia comunicativa del documento audiovisual.

En este sentido, Aparici y García Matilla afirman que: “El sonido es una imagen, una imagen auditiva que curiosamente, dispara más la imaginación que las imágenes visuales.”[10]

Las imágenes son portadoras de mensajes, pero para que se lleve a cabo esta transmisión han de darse dos factores:
1) que tengan contenido y fuerza suficiente para que el mensaje pueda ser percibido, y
2) que el receptor esté capacitado para interpretarlo.

Es decir, es preciso que haya un conocimiento del lenguaje audiovisual, una cultura audiovisual, por parte de quien lo percibe para que pueda leer en ella. Para llegar a la comprensión de los mensajes audiovisuales, es necesario que se haya dado un aprendizaje en el sentido de técnicas para interpretar, leer y decodificar lo que se está viendo y escuchando, o sea, conocer el lenguaje audiovisual en su expresión más amplia. Estas técnicas podrían denominarse técnicas de producción audiovisual. Por todo ello, hay que separar una doble actitud en cuanto a observar las imágenes, con una actitud crítica y creativa frente a aquellas, o ver y escuchar las imágenes, que implica una postura simplemente receptiva o pasiva.

Visto esto, podemos decir sin riesgo a equivocarnos que las imágenes audiovisuales son como un texto cultural. No obstante, una imagen de por sí no significaría nada si no es cuando y después de que el receptor se pregunta a sí mismo su significado.

1.3 Integración de los lenguajes visual y auditivo
Con respecto al registro y reproducción del lenguaje visual y auditivo, y su integración en el lenguaje audiovisual, Ángel Rodríguez
[11] describe:

Desde la prehistoria el hombre fue capaz de desarrollar técnicas de dibujo que le permitieron fijar en mayor o menor grado las sensaciones proporcionadas por el sentido de la vista. En cambio la capacidad para fijar sonidos no aparece hasta la invención de la escritura, es decir, mucho más tarde. Aun así, la escritura se limita sólo a fijar las sensaciones sonoras vinculadas a la lengua, pero resulta un instrumento limitadísimo para fijar otro tipo de sonidos. Mientras el naturalismo crece y se desarrolla progresivamente en la pintura, desde el siglo xii al siglo xix, y con él el crecimiento sobre las sensaciones visuales y las técnicas para su reproducción, hasta bien entrado el siglo xx no aparecen sistemas fiables que permitan fijar y reproducir los sonidos.
A esto hay que agregar que desde que se crean las unidades de medida, de longitud y de superficie es posible aplicarlas sobre la forma objetiva de una imagen reproducida en dibujos o pinturas. Contrariamente, el sonido fluye en el tiempo y se escapa a la capacidad de análisis objetivo hasta que también a mediados del siglo xx la informática otorgó un impulso a la sonografía y a la espectrografía, es decir, hoy existe la posibilidad de fijar espectrográficamente un sonido aunque sólo sea posible para un reducido grupo de expertos que disponen de los equipos, programas, el material y los conocimientos adecuados para hacerlo.
Todo esto ha hecho avanzar el conocimiento sobre la percepción y la narrativa visual mucho más rápidamente que el conocimiento sobre la narración sonora, sin embargo ambas son importantes y están en íntima relación y aunque quizás, los productos más representativos del lenguaje audiovisual se observen en la cinematografía y la videografía, a través de las películas, programas televisivos y videogramas, no debemos pasar por alto los productos auditivos como los radiogramas y sonogramas, y que en cada uno de ellos contienen sonido a diferencia de los fotogramas y los infogramas.

Aunque en la literatura sobre la comunicación audiovisual suele asignársele a la visión un papel preponderante sobre los otros sentidos, especialmente en comparación con la audición, esta primacía del sentido de la vista y lo visual no tiene una base perceptiva sino que se sustenta fundamentalmente en motivos históricos y metodológicos.


1.4 La comunicación y lo audiovisual
Para que se realice todo proceso de comunicación es necesario la intervención de una serie de elementos constantes: emisor, receptor y el medio que se emplee para llevarlo a cabo. El emisor codifica la información a través de su léxico hablado o escrito, de imágenes, de sonidos o de una forma combinada de lenguajes. El mensaje son las señales que el receptor debe de interpretar. La comunicación será más eficaz, en tanto el emisor y el receptor compartan los mismos códigos y el campo de experiencias sobre un tema determinado sea común o cercano, para que el significado del mensaje pueda ser comprendido, decodificado.

Como dice Eco,[12] código es “un sistema de símbolos que por convención previa está destinado a representar y a transmitir la información desde la fuente emisora hasta el punto de destino receptor”.

En el proceso de la comunicación, los roles de emisor y receptor interactúan dinámicamente intercambiándose, lo que convierte a cada elemento en endo-emisores; es decir, ambos realizan un proceso de codificación y decodificación. Cuando se obtiene una respuesta al mensaje enviado el proceso se llama retroalimentación.

En este proceso la interpretación que el receptor hace del mensaje no siempre coincide con lo que el emisor ha querido transmitir, por lo que éste debe tomar en cuenta las experiencias comunes que tenga con el receptor dentro de su repertorio. Tras los problemas interpretativos se esconden:
a) la mala codificación del mensaje por falta de conocimientos o hábitos comunicativos del endo-emisor,
b) la transmisión deficiente del mensaje por falta de habilidad comunicativa de quién emite,
c) la distorsión del mensaje por ruidos en los canales seleccionados,
d) una mala decodificación del mensaje por parte del endo-emisor por falta del conocimiento del vocabulario, diferentes connotaciones culturales o barreras, o por falta de hábitos comunicativos y diferencias de contextos.

El proceso de la comunicación también se interrumpe cuando la información es unilateral. Como en el caso de los medios masivos de comunicación, sobretodo los audiovisuales, que se dirigen a una audiencia amplia, dispersa y anónima. A esto se le denomina proceso información y, de acuerdo a la estructura actual de los medios, se considera a los receptores como individuos parcialmente activos, es decir, sólo se espera que consuman la información pero que no la generen, además de que no se les permite ningún otro tipo de retroalimentación.

Cuadro 2. Proceso de la comunicación
Adaptación libre del modelo presentado por Wilbur Schramn (1982)
y del sistema comunicativo de González (1992:17)

En el proceso de comunicación colectiva, aunque se envían muchos mensajes idénticos por distintos medios, cada receptor codifica el mensaje de acuerdo con el contexto, los grupos de pertenencia, sus experiencias previas, vivencias y formas de ver la realidad (ideas, valores y comportamientos).

Cuadro 3. Comunicación colectiva
Diseño: Wilbur Schramn
Hombre, mensaje y medios. Forja, Madrid (1982)

Aquí también intervienen líderes de opinión informales, quienes actúan como mediadores y decodificadores de los mensajes. Su experiencia y actitud ante ciertos temas les permite emitir opiniones que son tomadas en cuenta por el grupo social al que pertenece, sus miembros les buscan para confirmar el sentido de aquella información donde tienen dudas y que ellos contextualizan y re-dirigen.
Por otra parte, el emisor puede emplear diversos medios de comunicación para hacer llegar un único mensaje, de tal forma que maneja diversos recursos de acuerdo al soporte que requiere cada medio, lo que demanda del conocimiento del lenguaje apropiado para ello de acuerdo a la forma que toman los mensajes, sus características son las siguientes:

Cuadro 4. Clasificación de Medios de Comunicación
Diseño: G. Martínez Castillo (2000)



Notas:
[1] Inteligencia secuencial.- Se aplica a la lectura (del texto que se lee) y escritura. Opera en la sucesión de estímulos, los coloca en línea, analizándolos y articulándolos. Procede de pasos consecutivos, uno detrás de otro, linealmente. Establece jerarquías y niveles de importancia (Simone 2001:33,90).
[2] Inteligencia simultánea.- Se aplica a la lectura audiovisual (del texto que se mira, Simone lo denomina visión). Opera sobre datos simultáneos como los estímulos visuales, que se presentan en un gran número al mismo tiempo, y entre los cuales es difícil establecer un orden, una sucesión y una jerarquía, en consecuencia ignora el tiempo (Simone 2001:33,89).
[3] Alvin Toffler se refiere a ella como la tercera ola o la era de la información y McLuhan como la Aldea Global.
[4] Babin, P. y McLuhan M. (1980:128).
Otro hombre, otro cristiano en la era de la electrónica. Edebé, Barcelona.
[5] Babin, P. y Kouloumdjian, M. F. (1980:34-37).
[6] Babin, P. y Kouloumdjian, M. F. (1980:34-37).
[7] Babin, P. y McLuhan M. (1980:125).
[8] Software.- voz angloamericana usada en la informática para nombrar al conjunto de programas y rutinas que permite a la computadora la realización de ciertas tareas.
[9] Aparici y García-Matilla (1978:10) La imagen, Vol. I. UNED, Madrid.
[10] Aparici, Roberto y García Matilla. (1978:81) La imagen, Vol. I. UNED, Madrid.
[11] Rodríguez, Ángel (1998:25) El lenguaje audiovisual como objeto de estudio, en
La dimensión sonora del lenguaje audiovisual. Paidós Ibérica, España.
[12] Eco, Umberto (1975) La estructura ausente. Lumen, Barcelona.